Aunque somos de Huesca, tanta fiesta nos agobia. Así, tanto Quique como yo, a las 7 horas del 12 de agosto, mientras otros abandonan la calle en busca de la cama, nosotros dejamos San Lorenzo en busca del nombre sin santo. Y lo encontramos, deslumbrante, en una magnífica mañana. A las 9 horas estamos frente al cartel indicativo de la reseña técnica del Barranco de Chinipi, al otro lado del puente del Aragón, camino de Canal Roya.
Iniciamos el camino pertrechados de las mochilas con los neoprenos, los guantes, los escarpines y el material para el descenso, mientras vamos dando cuenta de la torta de manzana de Lanave.
Con las veces que he pasado por esta pista, jamás se me había ocurrido abandonarla para cruzar el río y subir la pronunciada ladera en dirección suroeste, por una preciosa senda entre pradera alpina. Un error. Merece la pena sin más pretensión que el paseo paisajístico. Se hace realidad la evocación bucólica, más al llegar a una minúscula cabaña en el collado. El rumor del agua nos indica que comienza el ambiente, aunque algún amigo piensa que lo hemos dejado en Huesca.
Menos acuático de lo que pensaba, mucho desnivel y fresco en el cauce. Una delicia. En seguida nos muestra lo que hay, su sinceridad es palpable. Las vistas dentro y fuera son espectaculares, el relax completo. Solos en estas fechas, ¡increíble!
En fin, no te lo puedes perder, aunque si no te lo pierdes, pero te pierdes al salir del barranco al camping, no te preocupes, pues no hay pérdida: el sentido común te llevará al aparcamiento cruzando un río u otro. Disfrútalo y cuídalo, pues es una bocanada de aire fresco y agua clara en un valle tan masificado…, y aún así, el camping abandonado. Otra contradicción más
Fernando Nasarre
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